>> lunes, 14 de septiembre de 2009
***
Sólo el número más alto de ese reloj me corresponde
dormida.
Pero siempre hay peros en el aire.
ahora. El apocalipsis (o el final que nunca se espera),
entre los brazos de un ser amado, es lo mismo que nada.
Esa agonía entre los dientes y ese hilo de conciencia
que no responde por uno. Como la silla al momento de
tomarse su descanso, al dejar caer sus patas y permitirle
a la tierra el enredo perverso y hasta pervertido, con el
lustrado suelo de cerámica vieja.
Suelo de casa empantanada y repleta de fantasmas
verdes y quebrados. Un piso que la sostiene. Una
durmiente masa encefálica de madera y cemento al
mismo tiempo. Y una relajación constante entre el
terreno natural y la cerámica.Todos sabían que
llegado el momento, a cada hombre, cada alma dormida.
Pero siempre hay peros en el aire.
* * *
Todos los derechos reservados
.
1 opiniones:
¿Por qué entonces cuando abrí una casa en dos me encontré con el precipicio del final y el vértigo del nuevo amanecer? Quiero decir, a ver, es que... bueno, pasa que yo. En fin. El hilo de consciencia... ¿qué sería de tal sin la lengua delirante entre esa silla y ese juego perverso? Todo está adentro nuestro, querido Axolotl, tus ojos lo saben, no somos el renacuajo del suspenso.
Y vos, vos... ¿te acordás el día en la facu? Bueno, pongamos ese ejemplo. Vos eras el hilo y yo era una manito, o al revés, ¿no? Sí, creo que sí. Cuando me miraste las manos... ¿qué pasó? Yo temí estabas en un vértigo, comprendeme. Y así, si mal recuerdo, nos fuimos a dar un paseo. Vos mirabas no sé qué cuadros, y yo un poco despeinada sin querer sacarme los anteojos, eh... adoré ese día, sabelo. Pese a que yo... you know.
Au revoir, joven del pasto.
Paz.
Agus
P/D: QUE NO SE PIERDA NUESTRO Arbolsol.
Publicar un comentario