>> martes, 22 de septiembre de 2009
***
Y si la noche te escupe la cara a estas horas, debe ser porque
no hiciste las cosas del todo bien. Hoy podrías estar sentado
frente al Jardín con esa Mon Cherie, esa mujer a la que
espantaste de manera rotunda con historias de vias secas
y paredes ensangrentadas. Pero sin embargo estás más solo
que la luna y la noche te escupe la cara con sabor a perro
muerto, a osamenta tirada al borde de la ruta que todos
ven y nadie recoje. El cielo raso te aplasta sin pedir
permiso y la boca te sabe a tierra estancada y tenés ese
gusto salado en los labios que te queman y te sangran cada
vez que intentas humedecerlos con la lengua que también
se te seca a estas altas y desesperantes horas de la noche.
Sentís que el zapato se te hunde cada vez más en
la mierda y no podés descifrar el color de lo que buscás.
Las baldozas de tu dormitorio se metamorfosean en arenas
movedizas y se van tragando de a poco -para que lo veas
claramente- todo lo que suponés vale la pena en tu vida:
los libros de cuentos y ensayos que cada tanto hojeas y que
permanecen inútilmente tirados al costado de la cama; las
estanterías llenas de telarañas que guardan recuerdos de
un futuro que no fue; la mesita que sostiene la máquina de
escribir de tu abuelo, que ya casi nunca usás; el orden
infausto de tu cama tendida con diez centímetros de
frazada a cada lado, y la almohada a la que perfumás con
la gracitud de tu pelo que no lavás hace ya una eternidad.
la mierda y no podés descifrar el color de lo que buscás.
Las baldozas de tu dormitorio se metamorfosean en arenas
movedizas y se van tragando de a poco -para que lo veas
claramente- todo lo que suponés vale la pena en tu vida:
los libros de cuentos y ensayos que cada tanto hojeas y que
permanecen inútilmente tirados al costado de la cama; las
estanterías llenas de telarañas que guardan recuerdos de
un futuro que no fue; la mesita que sostiene la máquina de
escribir de tu abuelo, que ya casi nunca usás; el orden
infausto de tu cama tendida con diez centímetros de
frazada a cada lado, y la almohada a la que perfumás con
la gracitud de tu pelo que no lavás hace ya una eternidad.
Qué es lo que falta en el calendario que cuelga de la pared
oscura de ese hoyo tuyo. Ese hoyo negro y repugnante al
que llamas dormitorio y que te sacude las vísceras en la
mitad de la madrugada, cuando despertás de esas pesa-
dillas frecuentes que tenés vos, todas las santas y
asquerosas noches. Qué es lo que te da miedo si a fin de
cuentas la tragedia ya pasó y la noche ya te escupió la cara
y la boca te sabe a mierda y los labios te arden como
volcanes en erupción. Qué te falta para morir en Paz, si no
hay nada que te haga recordar el dulce aroma de las flores
y te haga sonreir con las palomas en libertad.
dillas frecuentes que tenés vos, todas las santas y
asquerosas noches. Qué es lo que te da miedo si a fin de
cuentas la tragedia ya pasó y la noche ya te escupió la cara
y la boca te sabe a mierda y los labios te arden como
volcanes en erupción. Qué te falta para morir en Paz, si no
hay nada que te haga recordar el dulce aroma de las flores
y te haga sonreir con las palomas en libertad.
Qué es... pues debe ser la poesía que todavía duerme
adentro tuyo como un dragón entumecido esperando
que lo despierten de un flechazo. O como un par de
montañas escondidas atrás de la selva. Como un conjunto
de camuflajes intensos que te pudre la garganta en un
do re mi. Cuando la noche te escupe la cara y queres
devolverle el escupitajo y no te salen más que mounstros
y demonios por la boca, y por la nariz un vomito
adentro tuyo como un dragón entumecido esperando
que lo despierten de un flechazo. O como un par de
montañas escondidas atrás de la selva. Como un conjunto
de camuflajes intensos que te pudre la garganta en un
do re mi. Cuando la noche te escupe la cara y queres
devolverle el escupitajo y no te salen más que mounstros
y demonios por la boca, y por la nariz un vomito
espeso y verde de estómago vacío.
Qué será lo que te impide clavarte un fierro en las venas
y ver fluir ese río de sangre oscura que te va manchando
la camiseta y el pantalón mugriento que no es ninguna
obra de arte. Y verte desangrar de a poco, si, con el placer
de saber que no vas ya a volver sufrir. Y sentír que todo se
termina y descubrir como la boca se te va ablandando y
el vomito ya ni siquiera se puede oler. Y la mierda en el
zapato ya no importa porque el infierno es para los
descalzos. Y el whisky que durmió por décadas en la
alacena casi vacía, ya nunca va a volver a terminarse.
Y sobre todo, porque nada de todo eso, va a existir si
eso pasa. Todo va a dejar de ser, para convertirse en un
solo baño de sangre que no te dejaría volver atrás ni
y ver fluir ese río de sangre oscura que te va manchando
la camiseta y el pantalón mugriento que no es ninguna
obra de arte. Y verte desangrar de a poco, si, con el placer
de saber que no vas ya a volver sufrir. Y sentír que todo se
termina y descubrir como la boca se te va ablandando y
el vomito ya ni siquiera se puede oler. Y la mierda en el
zapato ya no importa porque el infierno es para los
descalzos. Y el whisky que durmió por décadas en la
alacena casi vacía, ya nunca va a volver a terminarse.
Y sobre todo, porque nada de todo eso, va a existir si
eso pasa. Todo va a dejar de ser, para convertirse en un
solo baño de sangre que no te dejaría volver atrás ni
aunque quisieras.
Y de repente, incapaz de moverte por la debilidad que
te causa la falta de sangre en el cuerpo... morir para ir al
te causa la falta de sangre en el cuerpo... morir para ir al
infierno, no te conforma. Para ese entonces, hay una
única respuesta.
Pero tendrías que estar vivo para encontrarla.
* * *
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1 opiniones:
Escribes justamente lo que yo amo leer. Puñetazos de imágenes, sucias pero bellísimas. Un vómito discontinuo. Tan Julio pero a tu manera. Gracias.
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